"En muchos sentidos, el trabajo de un crítico es fácil. Arriesgamos muy poco y, sin embargo, disfrutamos de nuestra supuesta superioridad sobre aquellos que someten a nuestro juicio su vida y su obra. Disfrutamos con las críticas negativas, que son divertidas de escribir y de leer. Pero la amarga verdad que los críticos debemos enfrentar es que, en el gran plan de las cosas, cualquier vulgar pieza de basura tiene más significado que la crítica que escribimos para descalificarla.

Pero hay ocasiones en las cuales un crítico verdaderamente se arriesga en el descubrimiento y la defensa de algo nuevo. Anoche disfruté de algo nuevo: una cena extraordinaria, procedente de una fuente singular e inesperada. Decir que ese plato y su creador han desafiado mis prejuicios es subestimar groseramente lo ocurrido. Me han conmovido hasta la médula.

En el pasado no he ocultado mi desprecio por la famosa frase del Chef Gusteau: cualquiera puede cocinar. Pero no ha sido hasta ahora que he sido capaz de entender realmente lo que quería decir: no cualquiera puede ser un gran artista, pero un gran artista puede surgir de cualquier lugar. Es difícil imaginar orígenes más humildes que aquellos del genio que cocina ahora en el restaurante de Gusteau, quien es, en la opinión de este crítico, nada menos que el mejor chef de Francia. Retornaré pronto a lo de Gusteau, con hambre de más."

Anton Ego, crítico culinario
Película: Raratouille