Bram Stoker fue un novelista, escritor y político irlandés, autor de
la novela clásica de terror "Drácula", nacido en Clontarf, el 8 de
noviembre de 1847.
Bram Stoker,
seudónimo de Abraham Stoker, fue el tercer hijo de siete que tuvieron
Abraham Stoker y Charlotte Thornley, un matrimonio burgués muy
trabajador.
Durante los primeros siete años de su
vida, Bram Stoker padeció diversos problemas de salud que lo obligaron a
permanecer en su casa, donde recibió muchos estímulos por parte de su
madre. En 1864 ingresó al "Trinity College" y se graduó seis años
después en matemáticas y ciencias.
Tiempo después
comenzó a trabajar como funcionario en el Castillo de Dublín y como
crítico teatral en la publicación "Dublin Evening Mail", escribiendo
varias obras de teatro que fueron publicadas en diferentes periódicos.
Bram
Stoker publicó sus primeros relatos de terror y misterio en la revista
"Shamrock" (El trébol blanco) promediando 1872. En 1876 el actor Henry
Irving lo contrató como representante y Bram Stoker se trasladó a
Inglaterra junto a Irving, donde administró el "Lyceum Theatre" de
Londres.
Dos años después se casó con Florence
Balcombe y tuvo un hijo llamado Noel. En 1890 publicó su primer libro,
"Las obligaciones de los escribanos en los Tribunales de Primera
Instancia de Irlanda" al que le seguirían varios más, entre ellos
"Drácula" en 1897 y "La joya de las siete estrellas" en 1903.
Bram
Stoker perteneció a una sociedad secreta llamada "Orden Hermética del
Alba Dorada" que reunía a varios escritores famosos de la época y donde
trataban temas esotéricos, relacionados con el ocultismo y la magia.
Bram
Stoker murió de sífilis en una pensión de Londres el 20 de abril 1912 ;
su esposa administró su legado literario, publicando varias obras
inéditas, entre ellas el relato corto, "El huésped de Drácula", preludio
de su famosa novela.
Para recordar a este maestro de la literatura, te traemos algunas de las mejores frases de Bram Stoker:
“Nadie que no sea una mujer puede consolar a un hombre cuando tiene el corazón destrozado, y él no tiene a ninguna...”
“Escúchelos. Los hijos de la noche. ¡Qué música la que entonan!”
“Incluso
mis propias experiencias terribles en el castillo de Drácula parecen
ser como una pesadilla que se hubiese presentado hace mucho tiempo y que
estuviera casi completamente olvidada, aquí, en medio del aire fresco
del otoño y bajo la luz brillante del sol...”
“La desesperación tiene sus propias calmas.”
“Había
una gran tumba, más señorial que todas las demás, enorme y de nobles
proporciones. Sobre ella había escrita una sola palabra: Drácula.”
“Bienvenido a mi casa. ¡Entre con libertad y por su propia voluntad!”
“Pero
no estoy con ánimo para describir tanta belleza, pues cuando hube
contemplado la vista exploré un poco más; por todos lados puertas,
puertas, puertas, todas cerradas y con llave. No hay ningún lugar, a
excepción de las ventanas en las paredes del castillo, por el cual se
pueda salir. ¡El castillo es en verdad una prisión, y yo soy un
prisionero!”
“El aullido de los lobos nos llegó desde
cerca. Fue casi como si los aullidos brotaran al alzar él su mano,
semejante a cómo surge la música de una gran orquesta al levantarse la
batuta del conductor.”
“Aprendemos de los fracasos; no de los éxitos.”
“En
el caso del vampiro que nos ocupa, todas las fuerza ocultas de la
naturaleza, profundas y poderosas, deben haberse unido de alguna forma
monstruosa.”
“Lo último que vi del conde Drácula fue su
terrible mirada, con una luz roja de triunfo en los ojos y con una
sonrisa de la que Judas, en el infierno, podría sentirse orgulloso.”
“Aprendemos grandes cosas por pequeñas experiencias.”
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